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El golpe de suerte de Arquímedes y su Eureka

Arquímedes
Arquímedes
La investigación científica, si bien tiene una gran componente de estudio y preparación concienzuda respecto lo que se está buscando, no puede evitar estar plagada de momentos afortunados en que, por casualidad, se encuentra con la solución a un problema cuando se estaba buscando por otro lado o, directamente, no se estaba buscando (ver Hofmann y el alucinante descubrimiento del LSD). Estos casos de "chiripa" investigadora no es algo nuevo y, tal como nos cuentan las crónicas, es algo que ya le ocurrió a Arquímedes allá por el siglo III a.C. cuando, por casualidad, hizo el descubrimiento que ha llevado la palabra "Eureka" a la fama hasta nuestros días.

Arquímedes (287 a.C. -212 a.C.), griego de la Magna Grecia -la isla de Sicilia, vamos-  era famoso en su Siracusa natal por su dominio de casi todas las ciencias que existían en el momento. Físico, matemático, ingeniero y astrónomo, destacaba por su gran creatividad y perspicacia, inventando un sinnúmero de artilugios y armas que fueron repetidamente usadas para poder defender su ciudad.

Hierón II de Siracusa
Hierón II de Siracusa
Siracusa, por su parte, estaba gobernada por Hierón II el cual había encargado a su orfebre que hiciera una corona en oro macizo como tributo a los dioses. Para ello, el tirano -a los reyes les llamaban tiranos- le dio al orfebre la cantidad de oro necesaria para construir la corona. El orfebre le entregó a Hierón el trabajo tal como estipulado, pero cuando lo recibió tuvo la sospecha de que el orfebre le había sisado y, en vez de utilizar todo el oro, había substituido parte del oro por plata. La plata es mucho más barata que el oro, por lo que el orfebre -caso de probarse la estafa- habría hecho el gran negocio. No obstante, había un inconveniente: al ser una ofrenda a los dioses, no se podía destruir para comprobar el engaño, so pena de encolerizar a los moradores del Olimpo (ver La eterna llama de Yanartas). Se tenía que descubrir por métodos indirectos sin dañar la corona, y Arquímedes fue el elegido para adivinarlo.

El problema no era sencillo y, entre vuelta y vuelta de neurona, Arquímedes decidió tomar un baño.

Arquímedes en el baño y la corona
Arquímedes en el baño y la corona
Fue en el momento justo de meterse en la bañera que se dio cuenta que su cuerpo desplazaba una cantidad de agua similar a lo que ocupaba su cuerpo, de tal forma que, si llenaba la bañera hasta el borde, en el momento de meterse, la cantidad de agua que se vertía correspondía exactamente a su propio volumen. ¡Ya sabía cómo hacerlo! Y tanta alegría le dio al hombre que salió corriendo por las calles de Siracusa gritando "¡Eureka!¡Eureka!" (¡lo encontré! en griego). El único inconveniente era que se había dejado la túnica en los baños y salió en pelota picada a la calle -es de suponer que mucho frío tampoco hacía.

Posible método utilizado
Posible método utilizado
En llegando a casa, tomó el peso de la corona en oro puro y lo metió en un recipiente, contando el agua que desplazaba al sumergirlo y, posteriormente, lo hizo con la corona (ver El curioso origen de los cuernos de Moisés). El oro tiene mayor densidad que la plata, por lo que, a pesos iguales, la plata tiene un volumen mayor y, por tanto, desplaza más agua. En este caso, si la corona estaba hecha de oro puro como sostenía el orfebre, habría desplazado la misma cantidad de agua que el oro de referencia, pero no lo hizo, demostrando que el orfebre había sido demasiado espabilado y pretendía darle gato por liebre tanto al rey como a los dioses.

El relato, transmitido por el arquitecto romano Vitruvio en su obra "De Architectura", ha hecho fortuna en la cultura posterior, popularizando el término "Eureka" hasta llegar hasta nuestros días. Sin embargo, y si bien la física relacionada con los volúmenes y densidades está bien aplicada, estudios posteriores han puesto en duda que el episodio se hubiese producido tal que así. 

Escultura de Arquímedes en Güstrow
Escultura de Arquímedes en Güstrow
El hecho que Vitruvio diera cuenta de la anécdota casi dos siglos después, y que las diferencias de densidad entre el oro y la plata son demasiado bajas como para que la poca precisión de los aparatos de medida de la época de Arquímedes lo llegasen a medir, ponen en entredicho la veracidad del pasaje descrito por el cronista romano.

Fuera cual fuese el método empleado por Arquímedes, el hallazgo de la inspiración mientras se daba un baño y su improvisado strip-tease callejero, han quedado en la memoria de la investigación científica como un ejemplo más de cómo, la suerte, acompaña casi siempre a quien la persigue.


El golpe de suerte de Arquímedes y su Eureka
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