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¿Conoces mi último libro?

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El real espejismo de un hombre en la cocina

Hay formas y formas de que cada uno entre dentro del mundo de la cocina y descubra que le gusta, pero siguiendo mi tradición de ser más raro que un perro verde, yo descubrí mi afición a las sartenes y las ollas curiosamente mientras estaba haciendo una dieta que me llevó a bajar más de 10 kilos. ¿El mundo al revés? No tanto.

Todo empezó cuando ante una lista inmensa de cosas prohibidas, le das la vuelta a la situación y te fijas que la lista de cosas permitidas es mucho mayor, por lo que el reto se convirtió en hacer recetas con los elementos que tenías a disposición, descubriendo todo un mundo de posibilidades a cual más interesante. 

Sea como sea, se ha de decir que el mundo de la cocina no me era desconocido, ya que en casa siempre he sido un "cocinillas", pero debido al buen hacer de mi madre entre los fogones, mi graduación no pasó de pinche de cocina. La sorpresa es cuando te encuentras en esta tesitura creativa de apañarte con una dieta (a priori restrictiva) y ves que no solo disfrutas mientras "eludes" las limitaciones, sino que tienes cierta facilidad innata y los platos incluso te salen bien: unas acelgas hervidas con sólo una cucharada de aceite y sin patata son desoladoras; las mismas acelgas con calabaza y utilizando el mismo aceite para hacer un sofrito de cebolla y tomate con orégano, la cosa cambia como de la noche al día y, lo mejor, sin transgredir ni uno solo de los parámetros que marcaba la dieta. ¡Genial!

A partir de ese momento, he comenzado a hacer recetas de todo tipo y colores, pero sobretodo realistas, económicas y con elementos típicos de la cocina mediterránea, lejos de las recetas con doscientos ingredientes a cual más raro y caro, y que solo sirven para hacer una salsa que la mayoría de las veces no tienen ninguna gracia más allá del snobismo del momento.

Una vez explicado el porqué, abriré ahora una puerta al "cómo" y publicaré de vez en cuando mis recetas por si a alguien le interesa probarlas. Al fin y al cabo, el conocimiento no tiene sentido si no se transmite a los demás. 

¡Ah! y tranquilos... aunque sea un hombre, a mi, las barbacoas, me aburren: A quien gusta de pochar, aderezar, trinchar, majar y degustar, un vuelta y vuelta de un trozo de carne sobre  fuego, comprenderá que no le diga mucho... ;-)

Chicas, no es un espejismo...¡un hombre en la cocina!

Comentarios

  1. macho!!, lo que faltava rutas a casa de l´IRENEU per aprendre a cuinar, ens forrarem, ara, que si et va bé quedem demà per menjar, pagues tú!!

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